martes, 10 de marzo de 2015

Foto en blanco y negro



FOTO EN BLANCO Y NEGRO



La vi  unos metros por delante, era de tamaño pequeño pero abultada, prometía estar repleta de dinero, el dueño de aquella cartera estaría ahora buscándola, desandando sus pasos para encontrarla, miré a derecha e izquierda, y nervioso la cogí y la oculte en el bolsillo derecho de mi pantalón. Era un día nuboso, no habría nadie en el carasol, con renovados nervios la abrí, allí dentro había una foto en blanco y negro, estaba agrietada pero se podía ver en ella a una mujer joven, extremadamente guapa, con media melena, morena, ojos oscuros, había oído hablar de ella, sí, tenía que ser ella, Ana. Por la Ana la recordaba todo el mundo, por Ana se la maldecía, por Ana se la enaltecía. Durante la guerra civil había tenido amantes en ambos bandos, se contaba que se había acostado con un coronel republicano y un capitán nacional a la vez, ella provocaba escándalo por donde iba, decía que era una adelantada a su tiempo, se llevaba bien con su Dios personal y con el mosen, le daba la mitad (algunos decían que más) de lo que sacaba para obras de caridad, vivía de los hombres pero tenía la suficiente mala ostia para defenderse de los que la llamaban puta. Intenté perderme en su mirada.
Ana, ¿cuándo vas a dejar de acostarte con ese fascista?, la verdad es que acabaría tolerando que te acostases con cualquier otro pero no con un capitán del ejército de Franco. Se llama Julián, y me da más dinero que tú, casi el doble. Eso me alaga, sigues conmigo porque te hago pasarlo bien en la cama. Déjate de arrumacos, ya hemos acabado. Dime, ¿qué cosas te hace ese fascistilla? Para empezar la tiene más larga que tú, sí ríete. No iras a verle ahora, después de mí. Lo que yo haga a ti no te incumbe. Me vuelves loco cuando te subes las medias. A él le gusta cuando me las quito, ríete, ríete. Me pierden tus ojos, morena, jamás él verá en tus ojos lo que yo veo. A él le pierde mi sonrisa. ¿Qué te pasa hoy, no vas a darme cuartelillo?, ya sé estás molesta porque hemos arrestado al mosen. No estoy molesta, estoy iracunda, solo que contengo mi ira, no quiero que me fusilen, ¿qué importaría una puta menos a unos y otros? Mientras yo viva nadie de mi bando te tocará un pelo, a ver si puede decir lo mismo ese Julián.
En el carasol empezaba a refrescar, traté de imaginar a aquella mujer en minifalda, la hubiesen quemado en una hoguera si hubiese ido en minifalda por la calle. ¿Por otra parte, se habría atrevido ella a ir en minifalda?, la foto es oscura no se diferencian sus pechos, sí su sonrisa blanca, la sonrisa que perdía a Julián.
Ese rojo que se acuesta contigo a arrestado al mosen. Lo sé. ¿Y, le has hecho algo especial para que lo suelte? Le he dicho que tú la tienes más larga, sí, él también se ha reído. He pedido a los diez muchachos más valientes que esta noche asalten la cárcel para liberar a nuestro amigo Marcos, el mosen, ya ves que te lo cuento todo, ya sabes que te quiero solo para mí, que cuando acabe esta asquerosa guerra quiero que seas mi mujer, la señora de Perez. Te he dicho muchas veces que no quiero ser la señora de nadie, no contaré nada a nadie sobre la operación de rescate de Marcos, Marcos es la única persona que conozco que merezca la pena en este mundo. Te equivocas, ves a otra persona todos los días, cuando por las mañanas te miras al espejo, ¿te quitarías las medias poco a poco por mí?, gracias por esa sonrisa, me encandila.
Llevaba un vestido oscuro, largo y oscuro, solo los tobillos enseñaba, las mujeres del pueblo decían que una mujer como esa debería llevar una señal en su vestido para que se supiese que era una meretriz, para que los hombres buenos al ver la señal no se acercasen a ella y no se perdiesen, aunque la verdad es que Ana se dedicaba a sus dos amantes en cuerpo y alma, había rechazado a no pocos campesinos, esto lastraba su fama, todos estos campesinos despechados la maldecían.
Ponme otro vaso de vino, tasquero. Los he contado, llevas ya dieciséis. Tengo que olvidar el desprecio que me ha hecho esa puta de la Ana, como yo no tengo una paga, que tengo que destripar terrones me ha rechazado, eso sí, le he tomado las medidas, la he sobado bien, le he tocado el culo, las tetas, y todo lo que he querido, ella se ha resistido pero no ha gritado, sabe que los gritos de una puta como ella iban a ser malinterpretados, han detenido a su amigo el mosen, ya no le queda nadie, los capitostes solo la quieren para tirársela, no para defenderla. Yo no estaría tan seguro, esos dos harían por ella cualquier cosa, ándate con cuidado que cualquier día te dan un paseo si no unos otros, yo en tu pellejo me iría del pueblo, basta que le cuente a Julián lo que le has hecho para que este te elimine. Ponme otro vaso de vino.
En la foto estaba sentada sobre un taburete, la foto había pasado de mano en mano por todos los hombres del pueblo, y Máximo había propalado el bulo de que Ana no estaba sentada sobre un taburete sino sobre una silla turca, las mujeres vieron en la cara de Ana el extasis sexual que no tenía. Julián y Adelmo, el coronel republicano, quisieron requisar aquella foto, Ana aprendió lo que era la soledad, Julián y Adelmo habían creído lo de la silla turca.
Eso te lo ha enseñado a hacer ese rojo. Te repito que es mentira, yo jamás me he sentado en una silla turca, Julián me duele muchísimo que creas a esos campesinos despechados antes que a mí, les he rechazado por eso inventan esas historias sobre mí. ¿Quien ha sido el que ha inventado ese bulo?, le meteré un tiro entre ceja y ceja. No, por favor, no mates a nadie por mi causa, no podría vivir con ello, y por favor vete, Adelmo va a venir en cualquier momento. Adelmo ya está aquí. Por favor bajar esas pistolas, dejar de apuntaros, ¡no os matéis por mí! Fascista, vete, tú ya has hablado con ella, ahora es mi turno. Vete Julián, por favor, me asustan vuestras caras, dicen de vosotros qué vais a matar en cualquier momento, no me he acostado contigo, no me acostaré con él. Ese fascista se ha ido, nunca he estado tan cerca de apretar el gatillo, ¿qué es eso que dicen de ti?, mandaré requisar esa foto, mis soldados lo harán. Es una foto normal, mi cara no rebela que este sentada sobre una silla turca por qué no estoy sentada sobre una silla turca, no tienes nada que requisar.
La foto que tenía entre las manos era una foto famosa en todo el pueblo, los más viejos contaban como habían fotografiado a la Ana sentada en una silla turca, la historia había pasado de generación en generación, los chiquillos sabían que en tiempos había habido en el pueblo una casquivana que se había llamado Ana, la foto que yo tenía en las manos echaba por tierra toda la leyenda en que se convirtió aquel bulo, Ana no estaba sentada en una silla turca, su cara no lo reflejaba.
Esos malditos fascistas han liberado al cura esta noche, ¡y tú sabías que lo iban a hacer!, y que hago yo a cambio de tu traición, recupero esa foto, pero tienes razón tu cara no es el de una que esté gozando de un pene turco, pero todos los malditos fascistas del pueblo ven en la foto lo que quieren ver, mi coronel no sea duro con ella que no lo merece, me ha dicho el cabo Lucas, ¿dime sabías o no lo de la liberación del cura?, ¡que no sabías nada!, deja que te estreche contra mi pecho, cuando acabe la guerra y vuelva a Madrid haré una copia bien grande de ésta foto, para que todos puedan ver en ella tu verdadero semblante.
El mosen se hizo con la foto y la guardo hasta su muerte, no quiso que le tomasen por loco, no dijo a nadie que la foto lloraba, que lo hacía porque Ana había mentido a Adelmo.
Ayer se proclamo la victoria, hemos vencido a los rojos, mosen, será usted quien me case con Ana. Ana está muy enferma, tiene fiebre alta, una pulmonía, le quedan unos días, Julián. Cáseme con ella aunque muera. Ella ya sabía que usted iba a quererlo así, me dijo que ella no.

En la cartera había doscientos cincuenta euros, pertenecía a Marcos, el sobrino-nieto del mosen, tengo la foto en la mano, pienso que debería escribir un libro basado en ella para limpiar el nombre de Ana.      

martes, 27 de enero de 2015

FOTO EN BLANCO Y NEGRO II



Es la cartera del sobrino del cura, aquí en el pueblo todos le conocemos como el sobrino del cura, aunque en realidad sea sobrino- nieto. La ha perdido en el medio de la calle, a estas horas estará buscándola, buscando la foto de la chica que lleva dentro, es una foto vieja, en blanco y negro, agrietada, pero se puede reconocer en ella a una mujer atractiva, me da por pensar que se trata de una foto de Ana, Ana fue famosa en los años treinta, durante la guerra civil, los viejos cuentan historias de ella, cuentan que se acostaba a la vez con Julián, un capitán franquista, y con Adelmo, un coronel republicano, también cuentan que más de la mitad del dinero que les sacaba se lo daba al cura a mosen Marcos para que lo invirtiera en sus obras de caridad.
Hija mía he gastado todo el dinero del que disponía en tus medicamentos, no tengo nada para llevar queso y longaniza, leche y aceite, harina y vino, a los hijos de Amancio y Ruperto, como sabes nadie quiere contratar a Amancio y Ruperto como pastores, por muy buenos pastores que sean, por que se han adscrito a la CNT, por que Amancio levantó el garrote contra su antiguo patrón, por que Ruperto se quedó con un cordero por que no tenía nada para comer.
Un cabo y cuatro soldados del ejercito republicano conocen las costumbres de Mosen Marcos, saben que ahora le encontrarán en la ermita rezando ante la imagen de la virgen del Rosario, completamente solo,
Mosen Marcos está rezando contra sus remordimientos, ¿habrá que esperar a que Ana se acueste con Julián o Adelmo para que le de la mitad de lo que saque, para tener dinero y dar de comer a los pobres y medicamentos a los enfermos?, mosen Marcos se retuerce las manos como se retuerce su conciencia,
el cabo del pelotón republicano golpea a mosen Marcos y con la culata de su fusil le rompe la nariz, los cuatro soldados le sacan arrastras, cogido por los sobacos. Ven con nosotros montón de mierda, verás lo que hacemos con tu Dios y su caridad, no queremos la caridad de los de tu clase, con ella nos sometéis, si quieres ayudar a un hambriento no le des un pez, enséñale a pescar.
Nada más enterarme de la detención he venido mosen, me ha faltado tiempo. Ana mira hacia los lados, se asegura de que el carcelero no le oye. He estado con Julián, me ha dicho que esta noche van a asaltar la cárcel para liberarlo.
Hija mía por que me dices esto, ¿que has tenido que hacerle para que te haga esa confesión?, sería mejor que no me hubieses dicho nada.
Ana recoge el vestido que le llega hasta los tobillos, por primera vez se enfrenta al cura, pero solo con la mirada y con un escupitajo en el suelo, luego se va.
¡Hija mía, hija mía!, tú eres una victima, tú eres una victima más de esta sinrazón, de esta guerra fratricida, perdona si te he abandonado, perdona si te he empujado a creer solo en ese Dios tuyo, ese Dios personal, vuelve hija mía, vuelve y si es sin dinero mucho mejor. Cuando se enteren de que me has escupido te maldecirán, toda su ira caerá sobre ti, aquellos a los que proporcionabas medicamentos te repudiaran, aquellos a los que dabas de comer te despellejarán con su lengua, aquellos que no han logrado acostarse contigo te tirarán piedras, y aquellos con los que te acuestas,
Ponte las medias, ponte las medias solo para mí, dime que soy el único, que ese fascista no representa nada para ti. La coge por el pelo, le echa atrás la cabeza. ¡Vamos dime que no sabías nada de que iban a liberar a tu curato! Esta noche los fascistas han asaltado la cárcel. Y han liberado a tu mosen Marcos.
Entre lágrimas Ana dice a Adelmo que no sabía nada de la liberación del cura, que cuando fue a verle le escupió. Y Adelmo la cree.
Padre, ¿sabe lo que se cuenta por el pueblo?, ese protegido suyo, ese Ruperto, ha cogido a Ana por detrás en los porches del ayuntamiento, cuentan que se han oído los gritos en todas las casas vecinas, algunos incluso dicen que ella gemía pidiendo más.
Julián sabes que eso es falso. Ni Ana ni Ruperto son así.
Que Ana no es así, estoy de acuerdo.
Mosen Marcos camina en silencio entre los soldados, cuando Ruperto robo el cordero fue él el que porfió ante el patrón, el que le defendió, el que no creyó que fuese un ladrón. Días después Ruperto fue a confesarse, había robado el cordero, mosen Marcos recuerda como enfureció, recuerda como pensó que la confesión había sido solo una apuesta entre amigotes. Recuerda como se lo tragó todo y como jamás se lo echó en cara a Ruperto, como asistió a su mujer e hijos, como le asistió a él. Pero esto era demasiado, una rabia atenazaba sus mandíbulas.
Ese pájaro no merece más que un paseo, ya sé que usted es contrario a esta practica, que nos considera asesinos,
Miro la foto, algunos viejos dicen que lo del Ruperto nunca fue, que fue un rumor que se inventaron los fascistas para darle el paseo que le dieron, otros dicen que el Ruperto tenía muy poco talento, y mucho rencor hacia Ana, que no podía soportar que una puta diese de comer a sus hijos. Miro la foto, miro a Ana, cuando acabo la guerra, Adelmo hecho prisionero, Julián quiso que Mosen Marcos los casara, pero ella siempre libre prefirió morir de una neumonía.
Mosen Marcos y Julián fueron los únicos que acompañaron el ataúd hasta el cementerio, en el cementerio, entre los que han cavado la tumba está Amancio, Amancio escupe sobre el ataúd, Julián saca su pistola y dispara, momentos antes del disparo mosen Marcos se lanza contra el brazo del capitán, la bala hiere a Amancio en el hombro, mosen Marcos evita más disparos, mete la pistola en la pistolera de su dueño.
Permanecerás ahí, sangrando, hasta que hayamos dado tierra a Ana, y solo entonces te llevaremos al pueblo, herido, así que rasga tu camisa y tapónate bien la herida, no, no le ayudéis nadie, que lo haga él.
Aullará cuando le saquen la bala, blasfemará, se acordará de la madre de Mosen Marcos, pero lo más doloroso para el mosen lo dirá una vez vendado y curado: Mosen donde está su humanidad, su otra mejilla su perdón, confiese que deseó con toda su alma el paseo que le dieron a Ruperto, confiese que usted mismo hubiese apretado el gatillo, ¡que le hubiese dicho rojo cabrón muere y ves al infierno!
Mosen Marcos …        
         

martes, 2 de diciembre de 2014

CUENTO DE NAVIDAD


Con un güisqui en su mano derecha y un puro en la izquierda observa a través de la vieja ventana de madera de cristales rotos traída hace veinte años de segunda mano para completar el edificio de adobes, observa desde allí, desde el primer piso, la vida en el pueblo, los niños flacos y negros jugando al fútbol sobre la roja arena apisonada de la carretera, han de apartarse para dejar paso al autobús viejo y desvencijado que tiene la parada junto a la piedra que es el poste derecho de una de las porterías del imaginario campo de fútbol, solo baja Amila que ha ido a la ciudad a comprar lo que para su marido va a ser una sorpresa, una botella de champán francés que tiene pensado poner a enfriar en el pozo del pueblo, conociendo a su marido lo primero que va a decirle a ella tras la sorpresa es: ¿con quien te has acostado puta para poder comprarte esta botella que representa mis ganancias de todo un año?, el autobús se va y Dinko el hijo de Amila corre hasta alcanzar a su madre, ¿la has comprado mama, la has comprado?, ¿puedo invitar a Rosa a cenar esta noche?, para que celebre la Nochebuena con nosotros, vamos mama, ella está sola, aunque las misioneras la cuidan muy bien ella se siente sola. Rosa fue la segunda persona blanca en llegar al pueblo si contamos al del puro y el güisqui y exceptuamos a las misioneras, los padres de Rosa fueron asesinados por los bandidos cuando ella tenía cuatro años, lleva diez años junto a las misioneras que han cuidado de ella, el primer blanco en llegar, el del puro y el güisqui, permanece ocioso y borracho, Rosa, a sus catorce años ayuda a las misioneras a cuidar enfermos. Vuelve a jugar al fútbol, Dinko, dice Amila, e invita a Rosa. Deja escapar una bocanada de humo, Dinko se va, no quiere seguir jugando, déjale, no ves que está tratando de ganarse a Rosa, pretende enamorarla esta noche en la cena de Nochebuena, va a invitarla, dicen los chicos que siguen jugando al fútbol. El humo le deja ver a Lolo, Lolo perdió la pierna derecha por culpa de una mina antipersonal, lleva dos años con una muleta, esperando una prótesis de segunda mano que nunca llega, pero eso no le impide ser un buen portero, acaba de hacer una palomita impulsándose con la muleta, deteniendo el balón únicamente con la mano izquierda, que sería capaz de hacer ese chaval si tuviera las dos piernas, todos ellos sueñan con irse a Europa a jugar al fútbol, los hay del Madrid, del Barcelona, del Milán, Eduardo presume de llevar la camiseta de Trezeguet, camiseta que le regaló su padrino de Turín allá en Italia, se la mandó por correo, casi todos los niños tienen un padrino, ya sea en Italia, en España, en Francia, todos reciben de él la miseria de un euro al mes que las misioneras administran para que sus padres no se lo gasten emborrachándose. En el bar de Manuel se reúne todo el pueblo los días de partido, los padres entre cervezas adivinan movimientos tácticos de los centrocampistas para inculcárselos a sus hijos y que así lleguen a jugar al fútbol en la antigua metrópoli. Chasquea la lengua, el Chivas está bueno, se bebe todo el vaso, se acaba de beber las ganancias de un mes del padre de Dinko, Amila está bajando la botella de champán al pozo comunitario metida en un cubo de plástico, las demás mujeres la miran y cuchichean, a saber con quien se ha acostado para poder comprar esa botella, Amila las mira y piensa que en cuanto se descuide se la robarán o romperán, pero no la sube y la deja en las aguas del pozo, esta noche es Nochebuena. Dinko vuelve corriendo de la misión, sus desnudos pies levantan una ligera nube de polvo, la hermana Teresa dejará a Rosa cenar con la familia de Amila, Dinko pasa de largo por el campo de fútbol, por el Maracaná como les gusta llamarle a todos los del pueblo, y va corriendo a su casa, mama, mama, la hermana Teresa va a dejar que Rosa venga a pasar la Nochebuena con nosotros, en el umbral de la puerta, Lucas, Lucas cuida a la niña, a la hermana menor de Dinko, Lucas está ido, todo el pueblo sabe que está “tocado del ala”, Lucas sufre mucho cuando no tiene un neuroléptico que le llegue de Europa, que es casi siempre, un mes le llega uno, un mes le llega otro, la pastilla que tomó hace dos semanas era amarilla, él las llama así, por los colores, la azul, la amarilla, ... A través del humo ve como se acercan las demás mujeres al pozo, se sirve otro Chivas y las mira, están sacando la botella tirando de la delgada soga, antes, hace veinte años, cuando él llegó a África, cuando llegó a esta tierra, el poblado estaba alejado diez kilómetros del pozo, las mujeres tenían que recorrer esa distancia de ida y vuelta todos los días, la vuelta cargadas con veinte litros de agua, fueron las misioneras quienes pensaron en acercar el poblado al pozo pero los ancianos se negaron, ellos no tenían que recorrer todos los días veinte kilómetros, pero por fin la razón se impuso, el poblado se desplazó al pozo y dio lugar al pueblo que ahora es, ya han sacado la botella de champán, es Lucas quien las reprende, eso no es suyo, grita, eso no es suyo, con los gritos Amila asoma la cabeza por la puerta de su casa hecha de barro con el tejado de chapa. Aparta el humo con la mano, Amila no les dice nada, se queda mirándolas, una de ellas se atreve a asustarla, ¿qué crees que pensará tu marido cuando venga de cuidar las cabras?, pensará que te has acostado con el del puro y el güisqui, ese que seguro nos está mirando, y se gira hacia la vieja ventana de madera con los cristales rotos, Amila calla, todas callan ahora, Lucas también calla, todas excepto una quieren devolver la botella al pozo, a su dueña, y así lo hacen, Dinko lo ha oído todo, Dinko se dirige cuando cae la noche a ver al del puro y el güisqui, el del puro y el güisqui le ve cruzar la calle, le oye empujar la vieja puerta traída cuando la ventana, le oye subir las escaleras, sabe donde encontrarle, junto a la ventana, observando la vida del pueblo, oye sus últimos pasos, Dinko ha quedado de pie a tres zancadas de la ventana, el del güisqui y el puro le da la espalda sentado en su sillón viejo como todo lo de la casa, Dinko tiene miedo de que su padre se enfade por lo que pueda oir de Amila, esta noche va a venir Rosa a cenar, empieza, también estará Lucas, tienes que convencer a mi padre de la verdad, mi madre lleva todo el año ahorrando para comprar esa botella, se ha abstenido de tomar cafés cuando ha ido a la ciudad, no se ha comprado ropa, ha zurcido la que tenía vieja, para ella la Navidad es muy importante, así se lo enseñaron las misioneras, la hermana Teresa y las otras monjas, tienes que convencer a mi padre de la verdad, Dinko se acerca ahora al del güisqui y el puro que sigue callado, mirando a través de la ventana, queda algún chico dando patadas a la pelota con las últimas luces, Lolo sigue haciendo de portero, por el camino de la misión llega Rosa con un paquete atado, son dulces que han hecho las monjas para celebrar la Navidad. El del güisqui y el puro calla, Dinko se aparta llorando y desanda sus pasos, cruza la calle arrastrando sus pies descalzos, ni siquiera mira a Rosa, Rosa siente que Dinko no le pida un buñuelo, Rosa piensa que no es bienvenida, pero entra en la casa de barro con el tejado de chapa, Amila está llorando con la niña en brazos, Lucas no para de andar de un lado a otro, Dinko se ha sentado en el rincón más oscuro. El del güisqui y el puro ve llegar al padre de Dinko a casa, adivina su olor a cabra. ¡Que pasa mujer, que es Nochebuena!, ¿acaso  no te enseñaron las monjas a celebrar la Navidad?, y ha venido Rosa, y Lucas también pasará esta noche con nosotros, ¡como no!, Amila deja de llorar, él seca sus últimas lágrimas con el pulgar acariciándole el rostro, todo el pueblo está pendiente de la paliza que le van a dar a Amila, Dinko mecánicamente  saca la botella del pozo, no está lo suficiéntemente fría pero no importa, así se la entrega a su padre esperando lo peor, ¿pero de donde has sacado esto Dinko?, no me digas, Amila, que has estado ahorrando todo el año para comprar esta botella, ¿por qué llorabas?, ¡Dinko trae las tazas que vamos a brindar por tu madre!, una sonrisa asoma a todas las bocas, después del brindis Amila anima a todos a cantar villancicos, todo el pueblo los oye, todos se felicitan, Feliz Navidad se oye en todas las casas de barro y chapa, Feliz Navidad se oye en todas las casas del pueblo excepto en la de el del güisqui y el puro, Dinko en una taza de aluminio abollada lleva un poco de champán al del puro y el güisqui, que le recibe con los ojos arrasados de lágrimas, apaga el puro, se levanta con dificultad pues está borracho, Dinko le lleva de la mano a cenar a su casa, el olor del cabritillo asado le hace sonreír, recordar tantas felices y lejanas Navidades allá en la antigua metrópoli, Feliz Navidad, deja escapar de su boca callada tantos años, Feliz Navidad escucha de todos, mientras el cabritillo termina de asarse el padre de Dinko le pregunta por la nieve, esa capa blanca que los del pueblo solo han visto en el televisor del bar de Manuel. Feliz Navidad.


                                                                                Marcos Hernández Gutiérrez. 

CUENTO DE NAVIDAD III

CUENTO DE NAVIDAD III
Celedonio
El espíritu Navideño es una historieta para engañar incautos, todos sabemos que todo lo hace la pasta. Jesucristo echando a patadas a los mercaderes del templo, si levantara la cabeza, estoy comiéndome el tarro, dándole vueltas a la cabeza, ¿pero adonde nos conduce este mundo? Hoy saldré antes del trabajo, hoy saldré antes del bar, tengo que ir a comprar los juguetes para los críos, en la tienda de la carretera de Valencia están más baratos. ¡Vaya!, con la iglesia hemos topado, acaba de entrar un cura de los de antes con su sotana y todo. Llevaba idea de cerrar, pero como voy a echarle. (Celedonio  no es un personaje singular, cree en Dios y no en el demonio, cree en el Atleti y en Podemos, regenta El Status Quo, un bar al que se le puede calificar de tasca, Celedonio no es de las personas que tienen letra menuda, se puede decir de él que tiene el corazón noble, aunque se enerve cuando el Madrid le gana al Atleti) 
Mosen Alberto  
Se va acercando la Navidad y este nuevo tasquero todavía no ha puesto el árbol ni las luces, ni el nacimiento, Para Carlos, el antiguo dueño del bar estás fechas eran las mejores, las más felices, todavía me parece ver en esa esquina el Belén, en figuras de medio metro. Mira su reloj, está impaciente, quiere irse, y ¿si no me muevo de aquí será capaz de echarme?, ya nadie celebra la Navidad como antes, cada vez son menos los que pasan a besar al niño, ¿pero adonde nos conduce este mundo?, sigue mirando su reloj, será mejor que me vaya a dar misa, ahora soy yo el que miro el reloj, la misa de las diez. (Mosen Alberto carga contra el mundo moderno y toda su mierda desde el púlpito de la iglesia de S. Martín, Mosen Alberto lleva en la parroquia desde los veintiséis años, conoce a las señoras mayores, y también a los bebes que bautiza, a todos los “medianeros”, como él llama a todos los que quedan por el medio, no los conoce, bajo esa sotana reluciente de mierda, bajo ese comando de la cruz que lucha contra el demonio, así le gusta pensar a él en su labor, se esconde un hombre afectuoso.) 
Celedonio 
¡Cómo!, todavía no puedo cerrar, acaba de entrar una meretriz, ha inundado el bar con su perfume, no sabe andar con tacones, hace poco que ejerce, mira extrañada, ya sé lo que ve, mejor dicho lo que no ve, los adornos navideños. Acaba de irse el cura y ha entrado ella buscando un Jesusito en una cuna, buscando tres reyes magos, quizá un árbol de Navidad, había oído por ahí que las que se dedican a su trabajo son religiosas, esto parece confirmármelo, creen en un Dios personal, no necesitan intermediarios, no necesitan de Mosenes Albertos. ( Celedonio no piensa en echar del bar a la lumi, como reconoce con un pinchazo de dolor, había pensado en echar del bar al cura de la sotana, se sorprende a él mismo simpatizando más con la lumi que con el cura, esperará hasta que ella decida irse, no la forzará a ello con malas caras ni malos gestos.)
Casandra    
Será de esos a los que las Lumis les damos asco, no me mira a la cara mira mi reflejo en el espejo, detrás de los licores, mi cara le parece un cuadro, aun no he aprendido a pintarme, aun no he aprendido a andar con estos tacones, para él soy una meretriz asquerosa, no sabe que todavía no he tenido mi primer cliente, el primero tendría que ser un amigo, alguien de confianza, para que la primera experiencia no me traumatizara. (Casandra es tan buena persona como rebelde, espera aprender a andar con tacones en una semana, no va a pedir a nadie que le enseñe a pintarse, está equivocada, piensa que su desgracia es para toda la vida, no ha hecho ningún plan de futuro, ella se ha denunciado y se ha condenado a ella misma, piensa en Celedonio, en su semblante ahora amable, piensa en él como en su primer cliente.)
Celedonio
Es una chica joven, dieciocho años Dios mío, dieciocho años y ya no tiene otra salida que la calle, detrás de ella tiene que haber toda una historia, toda una tragedia, si ni siquiera sabe pintarse y andar con esos tacones, estoy seguro de que aun no ha tenido ningún cliente. ¡La que se puede montar aquí!, acaba de entrar mosen Alberto. Ella se va. Mosen Alberto me mira. Yo me callo, no le digo: la que se acaba de ir no es un demonio, es un ángel. (Celedonio piensa, otra vez el cura por aquí, otra vez no puedo cerrar el bar, a Mosen Alberto no le pone cara amable, a Mosen Alberto piensa en decirle que tiene que cerrar.) 
Mosen Alberto
Parezco parapetado detrás de este cortado, el demonio anda suelto esta mañana por la ciudad, y yo he de plantarle cara, al demonio le gusta este bar, en el que no hay ni rastro del niño Jesús, ni de árbol, ni de muérdago siquiera, ni de Reyes ni de Papa Noel, ni de luces de colores ni de nada, vuelta a mirar su reloj, ¿qué será lo que tendrá que hacer?, quizá ir a un hotel con la que acaba de salir. (Mosen Alberto acaba  su misa ha vuelto al Status Quo, su sotana no está reñida con las nuevas tecnologías, no está reñida con internet, en su sacristía, en su ordenador portátil, ha buscado Status Quo y ha descubierto que es un grupo de rock. Mosen Alberto es un hacker que busca y destruye páginas satánicas por internet.) 
Celedonio   
Tendré que dejarle claro a este que si tengo prisa es para comprar los juguetes a mis niños, que yo no creo en el espíritu Navideño pero no por eso voy a fastidiárselo a ellos, cuando crezcan ya se darán cuenta ellos mismos, tendré que dejarle claro que no voy tras ella, que no voy a costarme con ella. Ahí está parapetado detrás de su cortado, no me había fijado bien en él hasta ahora, la sotana le reluce de mierda, y un tufillo llega has mi nariz, la lumi olía bien, ahora quiere presentarse, quiere conocer mi nombre, y darme a conocer el suyo, yo quiero conocer el de la chica, ¿volverá algún día para decírmelo? Se llama Alberto, y en efecto el tufillo proviene de él. Mi nombre es Celedonio, soy el dueño del bar, esa chica es la primera vez que pasa por aquí, no creo que ella sea un demonio sino un ángel, ¿me equivoco mosen? Que no es un demonio, de acuerdo, pero tampoco es para que sea un ángel, me dice. ¡Ah!, y no me he acostado con ella, si quiere saber la verdad creo que todavía no ha tenido ningún cliente, quizá hubiese salido detrás de ella para evitar lo inevitable si usted no hubiese entrado en ese momento. ¡¿Pues no me propone que cierre el bar y vayamos los dos a buscarla?! ¡Que el demonio anda suelto esta mañana! Bueno pero hemos de sacar una hora para ir a la tienda de juguetes. ¡¿Que como puedo pensar en los juguetes en un momento trascendental como este, cuando el diablo espera enfrentarnos cara a cara. He de decirle que la idea del diablo está desechada, que muchos creemos en Dios pero no creemos en el diablo, en el mundo moderno todos volvemos los ojos hacia Dios cuando nos interesa y cuando no, ¡no! (Aquí Celedonio piensa haberle puesto las cosas claras a Mosen Alberto, en el Status Quo no se esconde ningún demonio como parece pensar él, no hay demonio ni en el Status Quo ni en ningún otro lado, pero le acompañará a buscar a la lumi.)
Mosen Alberto
A eso se le puede dar la vuelta hijo mío, los curas somos los médicos del alma y vosotros volvéis los ojos hacia Dios y hacia nosotros cuando tenéis alguna enfermedad espiritual y sufrís por ello, por ejemplo la pérdida de un ser querido. ¡¿Que soy un neo positivista?! Bueno hay que enfrentar la vida cada mañana con alegría. (Mosen Alberto saca del Status Quo a Celedonio, juntos van a comprar los juguetes de los hijos del tasquero a la tienda que hay en la carretera de Valencia, es Mosen Alberto quien compra todo lo necesario para vestir de Navidad el Status Quo, es Mosen Alberto quien se ofrece a conducir el Volvo de Celedonio, es Mosen Alberto quien lo conduce de forma deportiva, el tasquero va de sorpresa en sorpresa.)
Casandra 
La puerta está cerrada, solo son las once de la mañana  y ese bruto detrás de mí, si me encuentra me pegará por negarme, es de los malos, pero ¿qué es esto?, un cura con sotana corriendo hacia mí, querrá castigarme, querrá que me ponga un cilicio, voy a quitarme los tacones y a echar a correr. ¡No!, me grita el camarero del bar, no queremos hacerte daño. Me dice que Mosen Alberto ha comprado luces y adornos navideños, un árbol y un nacimiento. Me dice que quiere que les ayude a poner los adornos y las luces, los reyes y el cagane. ¿Qué es esto?, estoy llorando, voy a estropear el maquillaje, sí, en mi corazón, en un rincón, estaba mi espíritu navideño. (A Casandra la persigue un cliente al que ella se ha negado. Poco a poco confía en el camarero del bar, buscará en el bar seguridad, pero junto con su espíritu navideño persistirá el miedo.)
Celedonio
Dime tu nombre y te haré reina de un jardín de rosas, ¿conoces la canción?, no, no la conoces. Al menos se ha detenido, se acerca, ¿se atreverá a entrar?, en el oficio que ha escogido va a tener que tratar con muchos “malos”, sin duda piensa que soy un malo, un animal, que por eso no he adornado mi bar con motivos navideños, he de decirle que solo quiero saber su nombre, y que me ayude a montar el belén, se acerca temerosa, vuelve a ponerse sus tacones y entra en el bar. Entro tras ella y cierro la puerta. (Celedonio le entra con una canción de Duncan Dhu, la que le cantara  a su mujer, pero Celedonio no quiere ligar con ella, solo quiere saber su nombre, solo quiere ayudarla aunque no sabe cómo, no sabe por dónde empezar, ella se ha vuelto a poner los tacones, en el bar entra la lumi y no la chica con un nombre, no ha sabido obtener su nombre.)
Casandra  
Cierra la puerta, van abusar de mí, ¡gritaré!, ¡alguien me oirá!, ¡la comisaría está a dos calles!, ¡alguien correrá a avisar a la policía!, pero no, abre la puerta para tranquilizarme, la deja abierta para que salga corriendo cuando lo necesite, ha adivinado mis pensamientos, parece decirme, ¿y bien? He de decirle que mi nombre es Casandra, que soy una lumi ya lo sabe, el cura me mira con ojos brillantes, sospechosos, parece que quiera cogerme por la cintura y achucharme, pero se limita a pedirme que le acerque la escalera, el árbol mide dos metros, las luces son como las de casa de mis padres antes de que murieran, antes de que el banco me quitara la casa. Casandra tráeme esto, Casandra tráeme lo otro, me recuerda a mi padre, ¿me pregunto por que estos dos querrán sacarme de la calle?, ¿por qué es eso lo que quieren, no, Casandra? La verdad es que por la puerta está entrando un frio de Siberia, solo falta que se eche a nevar, y ya tienes tu estampa navideña, Casandra. Cerraré la puerta, ¿cómo me ha dicho que se llama?, Celedonio, vaya un nombre más raro. (Casandra ha transformado su miedo en alegría, Mosen Alberto le ha recordado a su padre, ha dado su nombre a Celedonio, ha sido ella misma quien ha cerrado la puerta en señal de confianza, la confianza que Mosen Alberto le ha dado.) 
Celedonio
Ahí están los dos mano a mano, Mosen Alberto “echando al demonio de mi local”, sí, me lo tomo a risa pero    ahí está Casandra trayendo la Navidad a mi bar, han hecho buenas migas, hablan, ríen, es Casandra la que quiere poner la estrella. Yo no creo en el espíritu Navideño, las Navidades felices las hace el dinero, parece decirme Mosen Alberto que donde hay amor no hace falta buey bien cebado. Yo no creo en el espíritu navideño pero voy a hacer todo lo posible para que mis hijos celebren la Navidad, sí, mi Navidad son ellos. Y ahí están los dos ¡felices!, poniendo ahora el belén, es Mosen Alberto el que quiere poner el cagane, ahora me mira, parece decirme que piense un poco en mí como pienso en mis hijos. Y yo lo que pienso es invitarles a cenar esta noche a mi casa, que es Nochebuena. Se alejan del belén, van a ponerse al lado de la traga perras, hablan cuando no me miran, estos dos están conchabados para devolverme mi espíritu Navideño. Bueno dejaré que lo intenten, Y SABES QUE, CELEDONIO, ESTOY DESEANDO QUE LO CONSIGAN. (Es Celedonio quien anuncia a Celedonio la próxima llegada de su espíritu Navideño, es Celedonio quien imagina a su mesa esta noche a la lumi y al cura, y es Celedonio quien se preocupa por la reacción de su mujer cuando llegue a casa con una lumi y un sacerdote. Es Celedonio el que no sabe que será su mujer quien le inste a que contrate a Casandra como camarera en el Status Quo, es Celedonio el que no sabe que acostados los niños, Casandra y su mujer se retirarán a un rincón a emborracharse y confesarse, y desde el con las copas hacia nosotros, los ojos brillantes, la sonrisa puesta, nos desearán una FELIZ NAVIDAD.)

FELIZ NAVIDAD 
       

22 DE DICIEMBRE





22 de Diciembre 
<< Feliz Navidad, laralaralala, Feliz Navidad, laralaralala, y aquí estoy poniendo las luces y los adornos navideños, este año voy con retraso es 22 de Diciembre, y todo por alquilar el árbol de Navidad, por devolverlo sano pasadas las fiestas, Feliz Navidad, laralaralala, aquí viene la estrella, este año no he puesto el belén, me estaré americanizando, en los primeros momentos del año tienen por costumbre besarse, una buena costumbre ésta de los americanos, no todo iban a ser guerras …., ha sonado la campanilla avisadora, alguien está entrando, es un encorbatado con lo que parece un ordenador portátil, se sienta a la mesa del fondo y saca algo, en efecto es un portátil, no ha dado ni los buenos días, no ha pedido nada, así deben estar los escritores cuando están escribiendo un libro, totalmente obsesionados, voy a acercarme para ofrecerle algo y de paso curiosearé en la pantalla de su ordenador, Feliz Navidad laralaralala >>
                    ¿Puedo ofrecerle algo?
                    Sí, un cortado por favor.
<< ¡Hum!, ha ocultado la pantalla del ordenador, no ha querido que la viese, eso quiere decir que está escribiendo sobre mi bar, voy a servirle el mejor cortado que haya tomado en su vida, así hablará bien de mi establecimiento en su libro, Feliz Navidad, laralaralala.>>
<< Se ha dado cuenta de que pretendo escribir sobre su local, es listo el cafetero, ¿pero que hace entreteniéndose con las luces navideñas antes de traerme el cortado?, acaso no sabe que puedo hablar mal de su local, ahora parece haberse dado cuenta de mi irritación, aquí viene con el cortado, lo sirve y se aleja, ni una pregunta sobre mi trabajo, sobre lo que hay en mi ordenador, sobre lo que hay en mi cabeza, ¡hum!, el cortado está buenísimo, como que es el mejor que he probado nunca.>>
<< Como saborea el cortado, le ha gustado, suena la campanilla, tenemos visita, ¡oh, no!, es Julián el mendigo que suele pedir en la puerta del convento, eso a mis ojos le convierte en un infeliz, ¡puag!, su olor le precede, el muy cabezón no quiere pasarse por el local social para ducharse y recoger ropa nueva, hará más de un año que no se ducha>>
                    Julián, venga, tómese un vino gratis y márchese de aquí.
                    ¡No, Julián, quédese!, deseo hablar con usted. Pida lo que quiera, yo le invito.
                    Pues ya has oído a tu cliente encorbatado, vas a tener que aguantarme, pienso pedir que me hagas esos garbanzos con callos de los que tanto presumes, pienso quedarme a comer aquí.
<< Por ahora sólo le sirvo el vino, se lo bebe de un trago y me sonríe con su desastrosa dentadura, esa es su forma de pedir la botella entera, pues voy a servirle mi mejor vino, ¡que lo pague el encorbatado! El encorbatado quiere que se quede porque así puede escribir sobre él, maldita sea tendré que portarme bien con el maloliente Julián sino yo seré el malo en su novela, ¡vah!, voy seguir con las luces, Feliz Navidad, laralaralala, Feliz Navidad, laralaralala.>>
<< Ha renunciado a su derecho de admisión, ha permitido que el indigente permaneciese en el bar, ¡no quiere ser el malo en mi novela!, allí está canturreando algo navideño, luego tendrá que cocinar esos callos, creo que me apuntaré a esa comida.>>
<< ¿Por qué demonios me habrá invitado el encorbatado?, a lo peor quiere mis órganos, mis riñones, a lo mejor es espíritu navideño, ese en el que unos creen y otros creen que es para engañar incautos, la vida a mi me ha apuntado a la segunda opción, es para engañar incautos. No, no creo que ansíe mis órganos, el encorbatado, está escribiendo en su ordenador, tal vez lo que quiera sea mi historia, ¡pues se la voy a regalar! >> 
<< ¡Hum!, se han sentado los dos a la misma mesa, seguro que le está sacando todo para luego escribir sobre él, quizá gane un premio literario a su costa, quizá Julián sólo le cuente mentiras, ya está, se acabo de poner luces por este año, Feliz Navidad, laralaralala ...>>
<< Increíble su historia, increíble lo que me ha contado, si lo estiro, si lo desarrollo da para el argumento de una buena novela, pues no me ha dicho que fue “madero”, que tenía problemas con su mujer, que su última misión era vigilar la entrada y salida de un piso donde unos traficantes se habían establecido, que vigilaba esa entrada disfrazado de mendigo, pidiendo dinero a unos metros de la puerta, pues no me ha contado que empezó a desaliñarse para representar su papel, que el mendigo le absorbía, en casa no tenía palabras para su mujer, todo eran largos y duros silencios, que su mujer le abandonó y él dejó la policía y se convirtió de verdad en un mendigo, y desde entonces hasta hoy. Quiero escribir una novela sobre Julián, sí. Pero también voy a hacer todo lo que pueda para integrarle en la sociedad, y para ello voy a contar con la ayuda del cafetero, quizás en mi novela el cafetero sea quien acaba con el mendigo y recupera a Julián como ciudadano.>>
<< Quiere convertirme en el bueno de su novela, vaya vida la de Julián, el bueno de su novela debe serlo él, ¡Julián!, ya le he dicho que he decidido que no quiero salir en su libro, que tampoco quiero que mi bar salga en él, que le ponga otro nombre, que lo sitúe en otra calle, en otra ciudad. Bueno, voy a hacer esos callos y luego nos sentaremos los tres a comer, Julián vuelve a sonreír, quiere otra botella, está borracho, lo que voy a servirle es un café. A ver como integramos a éste en la sociedad, si no quiere ducharse ni cambiarse de ropa, sólo quiere calimocho para emborracharse.>>
<< Pero que se habrá creído, pues no me ha servido un café, sabía perfectamente que lo que yo quería era vino, ¿quiere mantenerme sobrio o es que es un tacaño y no quiere gastar su vino conmigo?, pero si el escritor lo va a pagar todo, claro que por otro lado la historia que le he contado algún valor debe tener. Esta pareja de escritor y cafetero quieren recuperarme para la sociedad los veo venir, ¡pues Julián se lo va a poner difícil!, Julián no es un trastornado, Julián está cuerdo, fue Julián quien decidió ser un mendigo, avivados por estas fechas donde “todos somos mejores” quieren ayudarme a volver a esa sociedad que yo decidí dejar, alentados por su espíritu navideño quieren ayudarme, yo no creo en el espíritu navideño, es para engañar incautos, no lograrán recuperarme para esa sociedad, su espíritu es un engaña chiflas.>>
<< Aquí viene el cafetero con la sopera humeante, no sé cómo se llama, me dice que Pedro, ahora querrá saber mi nombre. No, que tiene la desfachatez de no preguntármelo.>>
<< ¡Yo sé como se llama el encorbatado!, ahora lo recuerdo, antes siempre pasaba por delante de esa librería, allí estaba su último libro cuyo título no recuerdo, pero sí recuerdo su nombre,  ¡Fabián!>>
<< Pues si que les gustan mis callos, parece que no hablen para no perder bocado. Voy a ir por otra botella de vino, pienso emborrachar a Julián, pienso mirar dentro de él, en su parte vulnerable, sólo así seremos capaces de convencerle para que vuelva a integrarse.>>
<< Este silencio es oneroso, es pesado, es insoportable, Pedro va por otra botella de vino, Julián me mira cabeceando, asintiendo algo, parece estar pensando que me reconoce. Habrá visto mi imagen en el escaparate de alguna librería, sin embargo estoy seguro de que sigue sin importarle que yo venda muchos libros a costa de narrar su vida, ¿acaso no sería el primer paso para integrarle darle un cincuenta por ciento del dinero que yo obtenga con las ventas? Pues si que tarda esa botella. Me disculparé, me iré a trabajar con el ordenador, seguro que lo entienden, saben que soy escritor y tengo que escribir cuando de mi inconsciente brotan palabras, ideas, frases. Julián, amigo de sus amigos, entre cañas, después de su trabajo, recibe las bromas del más cabrón de ellos. Vas a tener que dejar de ducharte para hacer creíble que seas un mendigo. Lo haré. Las risas estallan, las palmadas en la espalda le animan, todos quisieran estar en su lugar, vigilar a esos mafiosos a la puerta del piso que han alquilado disfrazados de mendigo. Todo el buen rollo que hay entre sus compañeros no lo hay en su casa, su mujer y él cada día se distancian más. Te importa más tu trabajo que tu mujer. Y Julián dolorosamente tiene que reconocerlo. Ambos deciden darse otra oportunidad. El mendigo llega en el peor momento, el mendigo absorbe a Julián, Julián descuida su higiene, viste ropa sucia. El mendigo tira para un lado su mujer hacia otro. En casa los silencios son comunes, las miradas esquivas, el mendigo ha echado por tierra la segunda oportunidad que se han dado. Y un día cuando Julián vuelve a casa la encuentra vacía. Maldito mendigo, malditos traficantes. Se ducha mientras llora, luego se pone ropa limpia. No tiene ni idea de dónde ha ido su mujer, mañana por la mañana le espera el trabajo, vuelca un contenedor de basura y se revuelca en su contenido, otra vez a la entrada de ese piso franco, otra vez sucio, el dolor le oprime el pecho, la ambulancia se lo lleva al hospital, Julián abandona su trabajo por depresión. Y desde entonces hasta ahora ha sido un mendigo ejemplar, su dentadura se ha destruido con los años, por el contrario su mente ha seguido lucida, él sabe lo que es, como lo es, y porque lo es. Es el mendigo más conocido de la ciudad, y lo sentimos por sus fans (las monjas del convento de San Ambrosio), pero va a dejar de serlo. Vamos a ahuyentar al mendigo de la mente de Julián, voy a escribir un libro sobre su vida, el cincuenta por ciento de mis beneficios será para él.
¡Hum!, lo mejoraré y lo llevaré en persona a Tribuna. José, su director, me ha ofrecido otras veces escribir una columna para el periódico y yo la he rechazado, ha llegado la hora de escribir para el periódico. Ha llegado la hora de rescatar a Julián. Dudo que acepten estás malas letras en el periódico pero lo intentaré, lo intentaré por Julián. Pedro ha vuelto a la mesa con la botella de vino, pretende emborracharle, debo impedirlo, borracho no podrá leer las malas letras que voy a intentar se publiquen en el periódico, quiero que Julián las lea antes. Vaya no hace falta llamarle se acerca tambaleándose con la copa llena en la mano. Pues no me dice el tío cabreado que tiene derecho a leer lo que escribo. Adelante lee.>>
<< Tengo que contenerme, no pueden ver lágrimas en mis ojos, no lloré cuando me dejó mi mujer y no voy a llorar ahora, pues no quiere publicar eso en ese periódico, pues no quiere darme la mitad de sus ganancias, enciende un cigarrillo como si nada, como si lo que aquí pone no diera un vuelco a mi vida, y el otro me mira y me saluda con la copa, me voy es lo mejor, cruzaré esa puerta para no volver a entrar nunca más, ¡es el mendigo el que gana!>>

<< Pedro le sigue con la mirada, hace un amago de cortarle el paso, me mira y le deja ir, yo sé donde va, y sé que volverá, ¡hum!, hasta entonces echaré una partida de ajedrez con el ordenador, Pedro está quitando la mesa y yo no he comido, ¡hum!, pretende hacerme el jaque pastor, pediré un bocadillo, anda se ha adelantado a mis deseos, ahí me trae uno de calamares, ¡quiere cambiar la reina!, pues no. Ahí está, sabía que volvería, Pedro le mira con la boca abierta para luego mirarme a mí, se ha duchado, se ha mudado de ropa y trae con él dos paquetes, ¡dos regalos!, uno para Pedro y otro para mí, es un libro, Grandes Esperanzas de Dickens, Pedro me muestra su regalo, un disco. Ahora Julián reclama nuestra atención, se sube a la mesa, y dice Feliz Navidad.>> Feliz Navidad.