martes, 2 de diciembre de 2014

CUENTO DE NAVIDAD III

CUENTO DE NAVIDAD III
Celedonio
El espíritu Navideño es una historieta para engañar incautos, todos sabemos que todo lo hace la pasta. Jesucristo echando a patadas a los mercaderes del templo, si levantara la cabeza, estoy comiéndome el tarro, dándole vueltas a la cabeza, ¿pero adonde nos conduce este mundo? Hoy saldré antes del trabajo, hoy saldré antes del bar, tengo que ir a comprar los juguetes para los críos, en la tienda de la carretera de Valencia están más baratos. ¡Vaya!, con la iglesia hemos topado, acaba de entrar un cura de los de antes con su sotana y todo. Llevaba idea de cerrar, pero como voy a echarle. (Celedonio  no es un personaje singular, cree en Dios y no en el demonio, cree en el Atleti y en Podemos, regenta El Status Quo, un bar al que se le puede calificar de tasca, Celedonio no es de las personas que tienen letra menuda, se puede decir de él que tiene el corazón noble, aunque se enerve cuando el Madrid le gana al Atleti) 
Mosen Alberto  
Se va acercando la Navidad y este nuevo tasquero todavía no ha puesto el árbol ni las luces, ni el nacimiento, Para Carlos, el antiguo dueño del bar estás fechas eran las mejores, las más felices, todavía me parece ver en esa esquina el Belén, en figuras de medio metro. Mira su reloj, está impaciente, quiere irse, y ¿si no me muevo de aquí será capaz de echarme?, ya nadie celebra la Navidad como antes, cada vez son menos los que pasan a besar al niño, ¿pero adonde nos conduce este mundo?, sigue mirando su reloj, será mejor que me vaya a dar misa, ahora soy yo el que miro el reloj, la misa de las diez. (Mosen Alberto carga contra el mundo moderno y toda su mierda desde el púlpito de la iglesia de S. Martín, Mosen Alberto lleva en la parroquia desde los veintiséis años, conoce a las señoras mayores, y también a los bebes que bautiza, a todos los “medianeros”, como él llama a todos los que quedan por el medio, no los conoce, bajo esa sotana reluciente de mierda, bajo ese comando de la cruz que lucha contra el demonio, así le gusta pensar a él en su labor, se esconde un hombre afectuoso.) 
Celedonio 
¡Cómo!, todavía no puedo cerrar, acaba de entrar una meretriz, ha inundado el bar con su perfume, no sabe andar con tacones, hace poco que ejerce, mira extrañada, ya sé lo que ve, mejor dicho lo que no ve, los adornos navideños. Acaba de irse el cura y ha entrado ella buscando un Jesusito en una cuna, buscando tres reyes magos, quizá un árbol de Navidad, había oído por ahí que las que se dedican a su trabajo son religiosas, esto parece confirmármelo, creen en un Dios personal, no necesitan intermediarios, no necesitan de Mosenes Albertos. ( Celedonio no piensa en echar del bar a la lumi, como reconoce con un pinchazo de dolor, había pensado en echar del bar al cura de la sotana, se sorprende a él mismo simpatizando más con la lumi que con el cura, esperará hasta que ella decida irse, no la forzará a ello con malas caras ni malos gestos.)
Casandra    
Será de esos a los que las Lumis les damos asco, no me mira a la cara mira mi reflejo en el espejo, detrás de los licores, mi cara le parece un cuadro, aun no he aprendido a pintarme, aun no he aprendido a andar con estos tacones, para él soy una meretriz asquerosa, no sabe que todavía no he tenido mi primer cliente, el primero tendría que ser un amigo, alguien de confianza, para que la primera experiencia no me traumatizara. (Casandra es tan buena persona como rebelde, espera aprender a andar con tacones en una semana, no va a pedir a nadie que le enseñe a pintarse, está equivocada, piensa que su desgracia es para toda la vida, no ha hecho ningún plan de futuro, ella se ha denunciado y se ha condenado a ella misma, piensa en Celedonio, en su semblante ahora amable, piensa en él como en su primer cliente.)
Celedonio
Es una chica joven, dieciocho años Dios mío, dieciocho años y ya no tiene otra salida que la calle, detrás de ella tiene que haber toda una historia, toda una tragedia, si ni siquiera sabe pintarse y andar con esos tacones, estoy seguro de que aun no ha tenido ningún cliente. ¡La que se puede montar aquí!, acaba de entrar mosen Alberto. Ella se va. Mosen Alberto me mira. Yo me callo, no le digo: la que se acaba de ir no es un demonio, es un ángel. (Celedonio piensa, otra vez el cura por aquí, otra vez no puedo cerrar el bar, a Mosen Alberto no le pone cara amable, a Mosen Alberto piensa en decirle que tiene que cerrar.) 
Mosen Alberto
Parezco parapetado detrás de este cortado, el demonio anda suelto esta mañana por la ciudad, y yo he de plantarle cara, al demonio le gusta este bar, en el que no hay ni rastro del niño Jesús, ni de árbol, ni de muérdago siquiera, ni de Reyes ni de Papa Noel, ni de luces de colores ni de nada, vuelta a mirar su reloj, ¿qué será lo que tendrá que hacer?, quizá ir a un hotel con la que acaba de salir. (Mosen Alberto acaba  su misa ha vuelto al Status Quo, su sotana no está reñida con las nuevas tecnologías, no está reñida con internet, en su sacristía, en su ordenador portátil, ha buscado Status Quo y ha descubierto que es un grupo de rock. Mosen Alberto es un hacker que busca y destruye páginas satánicas por internet.) 
Celedonio   
Tendré que dejarle claro a este que si tengo prisa es para comprar los juguetes a mis niños, que yo no creo en el espíritu Navideño pero no por eso voy a fastidiárselo a ellos, cuando crezcan ya se darán cuenta ellos mismos, tendré que dejarle claro que no voy tras ella, que no voy a costarme con ella. Ahí está parapetado detrás de su cortado, no me había fijado bien en él hasta ahora, la sotana le reluce de mierda, y un tufillo llega has mi nariz, la lumi olía bien, ahora quiere presentarse, quiere conocer mi nombre, y darme a conocer el suyo, yo quiero conocer el de la chica, ¿volverá algún día para decírmelo? Se llama Alberto, y en efecto el tufillo proviene de él. Mi nombre es Celedonio, soy el dueño del bar, esa chica es la primera vez que pasa por aquí, no creo que ella sea un demonio sino un ángel, ¿me equivoco mosen? Que no es un demonio, de acuerdo, pero tampoco es para que sea un ángel, me dice. ¡Ah!, y no me he acostado con ella, si quiere saber la verdad creo que todavía no ha tenido ningún cliente, quizá hubiese salido detrás de ella para evitar lo inevitable si usted no hubiese entrado en ese momento. ¡¿Pues no me propone que cierre el bar y vayamos los dos a buscarla?! ¡Que el demonio anda suelto esta mañana! Bueno pero hemos de sacar una hora para ir a la tienda de juguetes. ¡¿Que como puedo pensar en los juguetes en un momento trascendental como este, cuando el diablo espera enfrentarnos cara a cara. He de decirle que la idea del diablo está desechada, que muchos creemos en Dios pero no creemos en el diablo, en el mundo moderno todos volvemos los ojos hacia Dios cuando nos interesa y cuando no, ¡no! (Aquí Celedonio piensa haberle puesto las cosas claras a Mosen Alberto, en el Status Quo no se esconde ningún demonio como parece pensar él, no hay demonio ni en el Status Quo ni en ningún otro lado, pero le acompañará a buscar a la lumi.)
Mosen Alberto
A eso se le puede dar la vuelta hijo mío, los curas somos los médicos del alma y vosotros volvéis los ojos hacia Dios y hacia nosotros cuando tenéis alguna enfermedad espiritual y sufrís por ello, por ejemplo la pérdida de un ser querido. ¡¿Que soy un neo positivista?! Bueno hay que enfrentar la vida cada mañana con alegría. (Mosen Alberto saca del Status Quo a Celedonio, juntos van a comprar los juguetes de los hijos del tasquero a la tienda que hay en la carretera de Valencia, es Mosen Alberto quien compra todo lo necesario para vestir de Navidad el Status Quo, es Mosen Alberto quien se ofrece a conducir el Volvo de Celedonio, es Mosen Alberto quien lo conduce de forma deportiva, el tasquero va de sorpresa en sorpresa.)
Casandra 
La puerta está cerrada, solo son las once de la mañana  y ese bruto detrás de mí, si me encuentra me pegará por negarme, es de los malos, pero ¿qué es esto?, un cura con sotana corriendo hacia mí, querrá castigarme, querrá que me ponga un cilicio, voy a quitarme los tacones y a echar a correr. ¡No!, me grita el camarero del bar, no queremos hacerte daño. Me dice que Mosen Alberto ha comprado luces y adornos navideños, un árbol y un nacimiento. Me dice que quiere que les ayude a poner los adornos y las luces, los reyes y el cagane. ¿Qué es esto?, estoy llorando, voy a estropear el maquillaje, sí, en mi corazón, en un rincón, estaba mi espíritu navideño. (A Casandra la persigue un cliente al que ella se ha negado. Poco a poco confía en el camarero del bar, buscará en el bar seguridad, pero junto con su espíritu navideño persistirá el miedo.)
Celedonio
Dime tu nombre y te haré reina de un jardín de rosas, ¿conoces la canción?, no, no la conoces. Al menos se ha detenido, se acerca, ¿se atreverá a entrar?, en el oficio que ha escogido va a tener que tratar con muchos “malos”, sin duda piensa que soy un malo, un animal, que por eso no he adornado mi bar con motivos navideños, he de decirle que solo quiero saber su nombre, y que me ayude a montar el belén, se acerca temerosa, vuelve a ponerse sus tacones y entra en el bar. Entro tras ella y cierro la puerta. (Celedonio le entra con una canción de Duncan Dhu, la que le cantara  a su mujer, pero Celedonio no quiere ligar con ella, solo quiere saber su nombre, solo quiere ayudarla aunque no sabe cómo, no sabe por dónde empezar, ella se ha vuelto a poner los tacones, en el bar entra la lumi y no la chica con un nombre, no ha sabido obtener su nombre.)
Casandra  
Cierra la puerta, van abusar de mí, ¡gritaré!, ¡alguien me oirá!, ¡la comisaría está a dos calles!, ¡alguien correrá a avisar a la policía!, pero no, abre la puerta para tranquilizarme, la deja abierta para que salga corriendo cuando lo necesite, ha adivinado mis pensamientos, parece decirme, ¿y bien? He de decirle que mi nombre es Casandra, que soy una lumi ya lo sabe, el cura me mira con ojos brillantes, sospechosos, parece que quiera cogerme por la cintura y achucharme, pero se limita a pedirme que le acerque la escalera, el árbol mide dos metros, las luces son como las de casa de mis padres antes de que murieran, antes de que el banco me quitara la casa. Casandra tráeme esto, Casandra tráeme lo otro, me recuerda a mi padre, ¿me pregunto por que estos dos querrán sacarme de la calle?, ¿por qué es eso lo que quieren, no, Casandra? La verdad es que por la puerta está entrando un frio de Siberia, solo falta que se eche a nevar, y ya tienes tu estampa navideña, Casandra. Cerraré la puerta, ¿cómo me ha dicho que se llama?, Celedonio, vaya un nombre más raro. (Casandra ha transformado su miedo en alegría, Mosen Alberto le ha recordado a su padre, ha dado su nombre a Celedonio, ha sido ella misma quien ha cerrado la puerta en señal de confianza, la confianza que Mosen Alberto le ha dado.) 
Celedonio
Ahí están los dos mano a mano, Mosen Alberto “echando al demonio de mi local”, sí, me lo tomo a risa pero    ahí está Casandra trayendo la Navidad a mi bar, han hecho buenas migas, hablan, ríen, es Casandra la que quiere poner la estrella. Yo no creo en el espíritu Navideño, las Navidades felices las hace el dinero, parece decirme Mosen Alberto que donde hay amor no hace falta buey bien cebado. Yo no creo en el espíritu navideño pero voy a hacer todo lo posible para que mis hijos celebren la Navidad, sí, mi Navidad son ellos. Y ahí están los dos ¡felices!, poniendo ahora el belén, es Mosen Alberto el que quiere poner el cagane, ahora me mira, parece decirme que piense un poco en mí como pienso en mis hijos. Y yo lo que pienso es invitarles a cenar esta noche a mi casa, que es Nochebuena. Se alejan del belén, van a ponerse al lado de la traga perras, hablan cuando no me miran, estos dos están conchabados para devolverme mi espíritu Navideño. Bueno dejaré que lo intenten, Y SABES QUE, CELEDONIO, ESTOY DESEANDO QUE LO CONSIGAN. (Es Celedonio quien anuncia a Celedonio la próxima llegada de su espíritu Navideño, es Celedonio quien imagina a su mesa esta noche a la lumi y al cura, y es Celedonio quien se preocupa por la reacción de su mujer cuando llegue a casa con una lumi y un sacerdote. Es Celedonio el que no sabe que será su mujer quien le inste a que contrate a Casandra como camarera en el Status Quo, es Celedonio el que no sabe que acostados los niños, Casandra y su mujer se retirarán a un rincón a emborracharse y confesarse, y desde el con las copas hacia nosotros, los ojos brillantes, la sonrisa puesta, nos desearán una FELIZ NAVIDAD.)

FELIZ NAVIDAD 
       

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