martes, 10 de marzo de 2015

Foto en blanco y negro



FOTO EN BLANCO Y NEGRO



La vi  unos metros por delante, era de tamaño pequeño pero abultada, prometía estar repleta de dinero, el dueño de aquella cartera estaría ahora buscándola, desandando sus pasos para encontrarla, miré a derecha e izquierda, y nervioso la cogí y la oculte en el bolsillo derecho de mi pantalón. Era un día nuboso, no habría nadie en el carasol, con renovados nervios la abrí, allí dentro había una foto en blanco y negro, estaba agrietada pero se podía ver en ella a una mujer joven, extremadamente guapa, con media melena, morena, ojos oscuros, había oído hablar de ella, sí, tenía que ser ella, Ana. Por la Ana la recordaba todo el mundo, por Ana se la maldecía, por Ana se la enaltecía. Durante la guerra civil había tenido amantes en ambos bandos, se contaba que se había acostado con un coronel republicano y un capitán nacional a la vez, ella provocaba escándalo por donde iba, decía que era una adelantada a su tiempo, se llevaba bien con su Dios personal y con el mosen, le daba la mitad (algunos decían que más) de lo que sacaba para obras de caridad, vivía de los hombres pero tenía la suficiente mala ostia para defenderse de los que la llamaban puta. Intenté perderme en su mirada.
Ana, ¿cuándo vas a dejar de acostarte con ese fascista?, la verdad es que acabaría tolerando que te acostases con cualquier otro pero no con un capitán del ejército de Franco. Se llama Julián, y me da más dinero que tú, casi el doble. Eso me alaga, sigues conmigo porque te hago pasarlo bien en la cama. Déjate de arrumacos, ya hemos acabado. Dime, ¿qué cosas te hace ese fascistilla? Para empezar la tiene más larga que tú, sí ríete. No iras a verle ahora, después de mí. Lo que yo haga a ti no te incumbe. Me vuelves loco cuando te subes las medias. A él le gusta cuando me las quito, ríete, ríete. Me pierden tus ojos, morena, jamás él verá en tus ojos lo que yo veo. A él le pierde mi sonrisa. ¿Qué te pasa hoy, no vas a darme cuartelillo?, ya sé estás molesta porque hemos arrestado al mosen. No estoy molesta, estoy iracunda, solo que contengo mi ira, no quiero que me fusilen, ¿qué importaría una puta menos a unos y otros? Mientras yo viva nadie de mi bando te tocará un pelo, a ver si puede decir lo mismo ese Julián.
En el carasol empezaba a refrescar, traté de imaginar a aquella mujer en minifalda, la hubiesen quemado en una hoguera si hubiese ido en minifalda por la calle. ¿Por otra parte, se habría atrevido ella a ir en minifalda?, la foto es oscura no se diferencian sus pechos, sí su sonrisa blanca, la sonrisa que perdía a Julián.
Ese rojo que se acuesta contigo a arrestado al mosen. Lo sé. ¿Y, le has hecho algo especial para que lo suelte? Le he dicho que tú la tienes más larga, sí, él también se ha reído. He pedido a los diez muchachos más valientes que esta noche asalten la cárcel para liberar a nuestro amigo Marcos, el mosen, ya ves que te lo cuento todo, ya sabes que te quiero solo para mí, que cuando acabe esta asquerosa guerra quiero que seas mi mujer, la señora de Perez. Te he dicho muchas veces que no quiero ser la señora de nadie, no contaré nada a nadie sobre la operación de rescate de Marcos, Marcos es la única persona que conozco que merezca la pena en este mundo. Te equivocas, ves a otra persona todos los días, cuando por las mañanas te miras al espejo, ¿te quitarías las medias poco a poco por mí?, gracias por esa sonrisa, me encandila.
Llevaba un vestido oscuro, largo y oscuro, solo los tobillos enseñaba, las mujeres del pueblo decían que una mujer como esa debería llevar una señal en su vestido para que se supiese que era una meretriz, para que los hombres buenos al ver la señal no se acercasen a ella y no se perdiesen, aunque la verdad es que Ana se dedicaba a sus dos amantes en cuerpo y alma, había rechazado a no pocos campesinos, esto lastraba su fama, todos estos campesinos despechados la maldecían.
Ponme otro vaso de vino, tasquero. Los he contado, llevas ya dieciséis. Tengo que olvidar el desprecio que me ha hecho esa puta de la Ana, como yo no tengo una paga, que tengo que destripar terrones me ha rechazado, eso sí, le he tomado las medidas, la he sobado bien, le he tocado el culo, las tetas, y todo lo que he querido, ella se ha resistido pero no ha gritado, sabe que los gritos de una puta como ella iban a ser malinterpretados, han detenido a su amigo el mosen, ya no le queda nadie, los capitostes solo la quieren para tirársela, no para defenderla. Yo no estaría tan seguro, esos dos harían por ella cualquier cosa, ándate con cuidado que cualquier día te dan un paseo si no unos otros, yo en tu pellejo me iría del pueblo, basta que le cuente a Julián lo que le has hecho para que este te elimine. Ponme otro vaso de vino.
En la foto estaba sentada sobre un taburete, la foto había pasado de mano en mano por todos los hombres del pueblo, y Máximo había propalado el bulo de que Ana no estaba sentada sobre un taburete sino sobre una silla turca, las mujeres vieron en la cara de Ana el extasis sexual que no tenía. Julián y Adelmo, el coronel republicano, quisieron requisar aquella foto, Ana aprendió lo que era la soledad, Julián y Adelmo habían creído lo de la silla turca.
Eso te lo ha enseñado a hacer ese rojo. Te repito que es mentira, yo jamás me he sentado en una silla turca, Julián me duele muchísimo que creas a esos campesinos despechados antes que a mí, les he rechazado por eso inventan esas historias sobre mí. ¿Quien ha sido el que ha inventado ese bulo?, le meteré un tiro entre ceja y ceja. No, por favor, no mates a nadie por mi causa, no podría vivir con ello, y por favor vete, Adelmo va a venir en cualquier momento. Adelmo ya está aquí. Por favor bajar esas pistolas, dejar de apuntaros, ¡no os matéis por mí! Fascista, vete, tú ya has hablado con ella, ahora es mi turno. Vete Julián, por favor, me asustan vuestras caras, dicen de vosotros qué vais a matar en cualquier momento, no me he acostado contigo, no me acostaré con él. Ese fascista se ha ido, nunca he estado tan cerca de apretar el gatillo, ¿qué es eso que dicen de ti?, mandaré requisar esa foto, mis soldados lo harán. Es una foto normal, mi cara no rebela que este sentada sobre una silla turca por qué no estoy sentada sobre una silla turca, no tienes nada que requisar.
La foto que tenía entre las manos era una foto famosa en todo el pueblo, los más viejos contaban como habían fotografiado a la Ana sentada en una silla turca, la historia había pasado de generación en generación, los chiquillos sabían que en tiempos había habido en el pueblo una casquivana que se había llamado Ana, la foto que yo tenía en las manos echaba por tierra toda la leyenda en que se convirtió aquel bulo, Ana no estaba sentada en una silla turca, su cara no lo reflejaba.
Esos malditos fascistas han liberado al cura esta noche, ¡y tú sabías que lo iban a hacer!, y que hago yo a cambio de tu traición, recupero esa foto, pero tienes razón tu cara no es el de una que esté gozando de un pene turco, pero todos los malditos fascistas del pueblo ven en la foto lo que quieren ver, mi coronel no sea duro con ella que no lo merece, me ha dicho el cabo Lucas, ¿dime sabías o no lo de la liberación del cura?, ¡que no sabías nada!, deja que te estreche contra mi pecho, cuando acabe la guerra y vuelva a Madrid haré una copia bien grande de ésta foto, para que todos puedan ver en ella tu verdadero semblante.
El mosen se hizo con la foto y la guardo hasta su muerte, no quiso que le tomasen por loco, no dijo a nadie que la foto lloraba, que lo hacía porque Ana había mentido a Adelmo.
Ayer se proclamo la victoria, hemos vencido a los rojos, mosen, será usted quien me case con Ana. Ana está muy enferma, tiene fiebre alta, una pulmonía, le quedan unos días, Julián. Cáseme con ella aunque muera. Ella ya sabía que usted iba a quererlo así, me dijo que ella no.

En la cartera había doscientos cincuenta euros, pertenecía a Marcos, el sobrino-nieto del mosen, tengo la foto en la mano, pienso que debería escribir un libro basado en ella para limpiar el nombre de Ana.      

martes, 27 de enero de 2015

FOTO EN BLANCO Y NEGRO II



Es la cartera del sobrino del cura, aquí en el pueblo todos le conocemos como el sobrino del cura, aunque en realidad sea sobrino- nieto. La ha perdido en el medio de la calle, a estas horas estará buscándola, buscando la foto de la chica que lleva dentro, es una foto vieja, en blanco y negro, agrietada, pero se puede reconocer en ella a una mujer atractiva, me da por pensar que se trata de una foto de Ana, Ana fue famosa en los años treinta, durante la guerra civil, los viejos cuentan historias de ella, cuentan que se acostaba a la vez con Julián, un capitán franquista, y con Adelmo, un coronel republicano, también cuentan que más de la mitad del dinero que les sacaba se lo daba al cura a mosen Marcos para que lo invirtiera en sus obras de caridad.
Hija mía he gastado todo el dinero del que disponía en tus medicamentos, no tengo nada para llevar queso y longaniza, leche y aceite, harina y vino, a los hijos de Amancio y Ruperto, como sabes nadie quiere contratar a Amancio y Ruperto como pastores, por muy buenos pastores que sean, por que se han adscrito a la CNT, por que Amancio levantó el garrote contra su antiguo patrón, por que Ruperto se quedó con un cordero por que no tenía nada para comer.
Un cabo y cuatro soldados del ejercito republicano conocen las costumbres de Mosen Marcos, saben que ahora le encontrarán en la ermita rezando ante la imagen de la virgen del Rosario, completamente solo,
Mosen Marcos está rezando contra sus remordimientos, ¿habrá que esperar a que Ana se acueste con Julián o Adelmo para que le de la mitad de lo que saque, para tener dinero y dar de comer a los pobres y medicamentos a los enfermos?, mosen Marcos se retuerce las manos como se retuerce su conciencia,
el cabo del pelotón republicano golpea a mosen Marcos y con la culata de su fusil le rompe la nariz, los cuatro soldados le sacan arrastras, cogido por los sobacos. Ven con nosotros montón de mierda, verás lo que hacemos con tu Dios y su caridad, no queremos la caridad de los de tu clase, con ella nos sometéis, si quieres ayudar a un hambriento no le des un pez, enséñale a pescar.
Nada más enterarme de la detención he venido mosen, me ha faltado tiempo. Ana mira hacia los lados, se asegura de que el carcelero no le oye. He estado con Julián, me ha dicho que esta noche van a asaltar la cárcel para liberarlo.
Hija mía por que me dices esto, ¿que has tenido que hacerle para que te haga esa confesión?, sería mejor que no me hubieses dicho nada.
Ana recoge el vestido que le llega hasta los tobillos, por primera vez se enfrenta al cura, pero solo con la mirada y con un escupitajo en el suelo, luego se va.
¡Hija mía, hija mía!, tú eres una victima, tú eres una victima más de esta sinrazón, de esta guerra fratricida, perdona si te he abandonado, perdona si te he empujado a creer solo en ese Dios tuyo, ese Dios personal, vuelve hija mía, vuelve y si es sin dinero mucho mejor. Cuando se enteren de que me has escupido te maldecirán, toda su ira caerá sobre ti, aquellos a los que proporcionabas medicamentos te repudiaran, aquellos a los que dabas de comer te despellejarán con su lengua, aquellos que no han logrado acostarse contigo te tirarán piedras, y aquellos con los que te acuestas,
Ponte las medias, ponte las medias solo para mí, dime que soy el único, que ese fascista no representa nada para ti. La coge por el pelo, le echa atrás la cabeza. ¡Vamos dime que no sabías nada de que iban a liberar a tu curato! Esta noche los fascistas han asaltado la cárcel. Y han liberado a tu mosen Marcos.
Entre lágrimas Ana dice a Adelmo que no sabía nada de la liberación del cura, que cuando fue a verle le escupió. Y Adelmo la cree.
Padre, ¿sabe lo que se cuenta por el pueblo?, ese protegido suyo, ese Ruperto, ha cogido a Ana por detrás en los porches del ayuntamiento, cuentan que se han oído los gritos en todas las casas vecinas, algunos incluso dicen que ella gemía pidiendo más.
Julián sabes que eso es falso. Ni Ana ni Ruperto son así.
Que Ana no es así, estoy de acuerdo.
Mosen Marcos camina en silencio entre los soldados, cuando Ruperto robo el cordero fue él el que porfió ante el patrón, el que le defendió, el que no creyó que fuese un ladrón. Días después Ruperto fue a confesarse, había robado el cordero, mosen Marcos recuerda como enfureció, recuerda como pensó que la confesión había sido solo una apuesta entre amigotes. Recuerda como se lo tragó todo y como jamás se lo echó en cara a Ruperto, como asistió a su mujer e hijos, como le asistió a él. Pero esto era demasiado, una rabia atenazaba sus mandíbulas.
Ese pájaro no merece más que un paseo, ya sé que usted es contrario a esta practica, que nos considera asesinos,
Miro la foto, algunos viejos dicen que lo del Ruperto nunca fue, que fue un rumor que se inventaron los fascistas para darle el paseo que le dieron, otros dicen que el Ruperto tenía muy poco talento, y mucho rencor hacia Ana, que no podía soportar que una puta diese de comer a sus hijos. Miro la foto, miro a Ana, cuando acabo la guerra, Adelmo hecho prisionero, Julián quiso que Mosen Marcos los casara, pero ella siempre libre prefirió morir de una neumonía.
Mosen Marcos y Julián fueron los únicos que acompañaron el ataúd hasta el cementerio, en el cementerio, entre los que han cavado la tumba está Amancio, Amancio escupe sobre el ataúd, Julián saca su pistola y dispara, momentos antes del disparo mosen Marcos se lanza contra el brazo del capitán, la bala hiere a Amancio en el hombro, mosen Marcos evita más disparos, mete la pistola en la pistolera de su dueño.
Permanecerás ahí, sangrando, hasta que hayamos dado tierra a Ana, y solo entonces te llevaremos al pueblo, herido, así que rasga tu camisa y tapónate bien la herida, no, no le ayudéis nadie, que lo haga él.
Aullará cuando le saquen la bala, blasfemará, se acordará de la madre de Mosen Marcos, pero lo más doloroso para el mosen lo dirá una vez vendado y curado: Mosen donde está su humanidad, su otra mejilla su perdón, confiese que deseó con toda su alma el paseo que le dieron a Ruperto, confiese que usted mismo hubiese apretado el gatillo, ¡que le hubiese dicho rojo cabrón muere y ves al infierno!
Mosen Marcos …