FOTO EN BLANCO Y NEGRO
La vi unos metros por delante, era de tamaño
pequeño pero abultada, prometía estar repleta de dinero, el dueño de aquella
cartera estaría ahora buscándola, desandando sus pasos para encontrarla, miré a
derecha e izquierda, y nervioso la cogí y la oculte en el bolsillo derecho de
mi pantalón. Era un día nuboso, no habría nadie en el carasol, con renovados
nervios la abrí, allí dentro había una foto en blanco y negro, estaba agrietada
pero se podía ver en ella a una mujer joven, extremadamente guapa, con media
melena, morena, ojos oscuros, había oído hablar de ella, sí, tenía que ser
ella, Ana. Por la Ana la recordaba todo el mundo, por Ana se la maldecía, por Ana
se la enaltecía. Durante la guerra civil había tenido amantes en ambos bandos,
se contaba que se había acostado con un coronel republicano y un capitán
nacional a la vez, ella provocaba escándalo por donde iba, decía que era una
adelantada a su tiempo, se llevaba bien con su Dios personal y con el mosen, le
daba la mitad (algunos decían que más) de lo que sacaba para obras de caridad,
vivía de los hombres pero tenía la suficiente mala ostia para defenderse de los
que la llamaban puta. Intenté perderme en su mirada.
Ana, ¿cuándo vas a
dejar de acostarte con ese fascista?, la verdad es que acabaría tolerando que
te acostases con cualquier otro pero no con un capitán del ejército de Franco.
Se llama Julián, y me da más dinero que tú, casi el doble. Eso me alaga, sigues
conmigo porque te hago pasarlo bien en la cama. Déjate de arrumacos, ya hemos
acabado. Dime, ¿qué cosas te hace ese fascistilla? Para empezar la tiene más
larga que tú, sí ríete. No iras a verle ahora, después de mí. Lo que yo haga a
ti no te incumbe. Me vuelves loco cuando te subes las medias. A él le gusta
cuando me las quito, ríete, ríete. Me pierden tus ojos, morena, jamás él verá
en tus ojos lo que yo veo. A él le pierde mi sonrisa. ¿Qué te pasa hoy, no vas
a darme cuartelillo?, ya sé estás molesta porque hemos arrestado al mosen. No
estoy molesta, estoy iracunda, solo que contengo mi ira, no quiero que me
fusilen, ¿qué importaría una puta menos a unos y otros? Mientras yo viva nadie
de mi bando te tocará un pelo, a ver si puede decir lo mismo ese Julián.
En el carasol empezaba
a refrescar, traté de imaginar a aquella mujer en minifalda, la hubiesen
quemado en una hoguera si hubiese ido en minifalda por la calle. ¿Por otra
parte, se habría atrevido ella a ir en minifalda?, la foto es oscura no se
diferencian sus pechos, sí su sonrisa blanca, la sonrisa que perdía a Julián.
Ese rojo que se
acuesta contigo a arrestado al mosen. Lo sé. ¿Y, le has hecho algo especial
para que lo suelte? Le he dicho que tú la tienes más larga, sí, él también se
ha reído. He pedido a los diez muchachos más valientes que esta noche asalten
la cárcel para liberar a nuestro amigo Marcos, el mosen, ya ves que te lo
cuento todo, ya sabes que te quiero solo para mí, que cuando acabe esta
asquerosa guerra quiero que seas mi mujer, la señora de Perez. Te he dicho
muchas veces que no quiero ser la señora de nadie, no contaré nada a nadie
sobre la operación de rescate de Marcos, Marcos es la única persona que conozco
que merezca la pena en este mundo. Te equivocas, ves a otra persona todos los
días, cuando por las mañanas te miras al espejo, ¿te quitarías las medias poco
a poco por mí?, gracias por esa sonrisa, me encandila.
Llevaba un vestido
oscuro, largo y oscuro, solo los tobillos enseñaba, las mujeres del pueblo
decían que una mujer como esa debería llevar una señal en su vestido para que
se supiese que era una meretriz, para que los hombres buenos al ver la señal no
se acercasen a ella y no se perdiesen, aunque la verdad es que Ana se dedicaba
a sus dos amantes en cuerpo y alma, había rechazado a no pocos campesinos, esto
lastraba su fama, todos estos campesinos despechados la maldecían.
Ponme otro vaso de
vino, tasquero. Los he contado, llevas ya dieciséis. Tengo que olvidar el
desprecio que me ha hecho esa puta de la Ana, como yo no tengo una paga, que
tengo que destripar terrones me ha rechazado, eso sí, le he tomado las medidas,
la he sobado bien, le he tocado el culo, las tetas, y todo lo que he querido,
ella se ha resistido pero no ha gritado, sabe que los gritos de una puta como
ella iban a ser malinterpretados, han detenido a su amigo el mosen, ya no le
queda nadie, los capitostes solo la quieren para tirársela, no para defenderla.
Yo no estaría tan seguro, esos dos harían por ella cualquier cosa, ándate con
cuidado que cualquier día te dan un paseo si no unos otros, yo en tu pellejo me
iría del pueblo, basta que le cuente a Julián lo que le has hecho para que este
te elimine. Ponme otro vaso de vino.
En la foto estaba
sentada sobre un taburete, la foto había pasado de mano en mano por todos los
hombres del pueblo, y Máximo había propalado el bulo de que Ana no estaba
sentada sobre un taburete sino sobre una silla turca, las mujeres vieron en la
cara de Ana el extasis sexual que no tenía. Julián y Adelmo, el coronel republicano,
quisieron requisar aquella foto, Ana aprendió lo que era la soledad, Julián y
Adelmo habían creído lo de la silla turca.
Eso te lo ha enseñado
a hacer ese rojo. Te repito que es mentira, yo jamás me he sentado en una silla
turca, Julián me duele muchísimo que creas a esos campesinos despechados antes
que a mí, les he rechazado por eso inventan esas historias sobre mí. ¿Quien ha
sido el que ha inventado ese bulo?, le meteré un tiro entre ceja y ceja. No,
por favor, no mates a nadie por mi causa, no podría vivir con ello, y por favor
vete, Adelmo va a venir en cualquier momento. Adelmo ya está aquí. Por favor
bajar esas pistolas, dejar de apuntaros, ¡no os matéis por mí! Fascista, vete,
tú ya has hablado con ella, ahora es mi turno. Vete Julián, por favor, me
asustan vuestras caras, dicen de vosotros qué vais a matar en cualquier
momento, no me he acostado contigo, no me acostaré con él. Ese fascista se ha
ido, nunca he estado tan cerca de apretar el gatillo, ¿qué es eso que dicen de
ti?, mandaré requisar esa foto, mis soldados lo harán. Es una foto normal, mi
cara no rebela que este sentada sobre una silla turca por qué no estoy sentada
sobre una silla turca, no tienes nada que requisar.
La foto que tenía
entre las manos era una foto famosa en todo el pueblo, los más viejos contaban
como habían fotografiado a la Ana sentada en una silla turca, la historia había
pasado de generación en generación, los chiquillos sabían que en tiempos había
habido en el pueblo una casquivana que se había llamado Ana, la foto que yo
tenía en las manos echaba por tierra toda la leyenda en que se convirtió aquel
bulo, Ana no estaba sentada en una silla turca, su cara no lo reflejaba.
Esos malditos
fascistas han liberado al cura esta noche, ¡y tú sabías que lo iban a hacer!, y
que hago yo a cambio de tu traición, recupero esa foto, pero tienes razón tu
cara no es el de una que esté gozando de un pene turco, pero todos los malditos
fascistas del pueblo ven en la foto lo que quieren ver, mi coronel no sea duro
con ella que no lo merece, me ha dicho el cabo Lucas, ¿dime sabías o no lo de
la liberación del cura?, ¡que no sabías nada!, deja que te estreche contra mi
pecho, cuando acabe la guerra y vuelva a Madrid haré una copia bien grande de
ésta foto, para que todos puedan ver en ella tu verdadero semblante.
El mosen se hizo con
la foto y la guardo hasta su muerte, no quiso que le tomasen por loco, no dijo
a nadie que la foto lloraba, que lo hacía porque Ana había mentido a Adelmo.
Ayer se proclamo la
victoria, hemos vencido a los rojos, mosen, será usted quien me case con Ana.
Ana está muy enferma, tiene fiebre alta, una pulmonía, le quedan unos días,
Julián. Cáseme con ella aunque muera. Ella ya sabía que usted iba a quererlo
así, me dijo que ella no.
En la cartera había
doscientos cincuenta euros, pertenecía a Marcos, el sobrino-nieto del mosen,
tengo la foto en la mano, pienso que debería escribir un libro basado en ella
para limpiar el nombre de Ana.